Con el contrato de depósito nos ocurre que muchas veces nos olvidamos de él y no nos preocupamos por saber cómo volverlo a hacer, esto sucede por qué suele llegar acompañado de otros documentos importantes y quizás no le prestamos la atención que se merece.
Pero debemos conocerlo y valorarlo y lo mejor para ello suele ser tener a mano un modelo de contrato de depósito base, para así ajustarnos al formato que necesitemos en cada momento. Esta acción nos ahorrará tiempo y dinero, teniendo que buscar a alguien que nos resuelva el problema y que no nos deja ningún cabo suelto.
Además, las características de un contrato de depósito nos transmiten un carácter real, es decir, se tiene que dar de manera imprescindible que se entregue la cosa para que se dé comienzo al contrato de depósito. Esto significa que debería quedar todo bien claro de manera previa a que se haga la entrega y a través de un contrato de depósito redactado en condiciones.
Elementos del formato de contrato de depósito
Existen diferentes tipos de formato de contrato de depósito, tal como el contrato de depósito mercantil o el bancario y cada uno de ellos tendrá una especificación concreta, aunque de forma general siempre deban contener unos datos mínimos que comparten entre sí todos estos documentos.
Y es que, en cualquier caso el contrato de depósito consistirá en que una persona (considerada como ‘depositante’), entregue a otra persona (el ‘depositario’) una cosa, bien o inmueble. Esta última estará obligada a custodiar y/o guardarla, teniendo que devolverla al primero en cuanto sea requerida.
Por tanto, se tendrán que colocar los datos de ambas partes en el contrato, dejando constancia de su capacidad para poder llevar a cabo la legalidad de este documento, redactando luego las cláusulas específicas que se requieran.
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